Entrevista a Lupe Bohorques, autora de Diario de una voluntaria
Acaba de salir la segunda edición de Diario de una voluntaria (Viaje a Anantapur), escrito por Lupe Bohorques y publicado por Tirant lo Blanch que versa sobre el voluntariado que ejerció esta autora como profesora de español en Anantapur para la Fundación Vicente Ferrer.
Se trata de un libro muy espiritual, repleto de sabias enseñanzas, anécdotas y curiosidades, en el que Bohorques nos transmite cómo era allí más o menos su día a día como voluntaria.
Gracias a esta entrevista nos daremos cuenta, entre otras cosas, de cómo esta experiencia le cambió la vida y de lo importante que es poseer valores como la solidaridad, además esta escritora nos ha obsequiado con dos poemas de su antología poética Objetos perdidos que al igual que su diario nos reconcilian con la humanidad y con la vida.
Para aquellas personas que no conozcan el libro: ¿Podrías hacernos una breve sinopsis?
Claro. El libro es un relato o testimonio narrado en primera persona de las experiencias de una voluntaria en la India de Vicente Ferrer. Se trata de un voluntariado como profesora de español durante tres meses que tuvo lugar durante el año 2001, hace ya mucho tiempo. Esta es la segunda edición.
¿Cuándo fue la primera edición de este diario? ¿Ha habido cambios entre la primera y la segunda edición? ¿Por qué ahora una segunda edición?
La primera edición del diario fue en el año 2008, aunque lo había escrito siete años antes, entre el año 2001 y 2002 que lo reescribí todo. Lo cierto es que tardó 7 años en ver la luz, y sin embargo ahora se reedita, con gran alegría, la verdad. En esta segunda edición, he corregido algunas cuestiones de forma y algunos pequeños errores que detecté, pero no hay cambios sustanciales de contenido.
La razón de esta segunda edición es que los libros se acabaron y la gente lo seguía pidiendo por internet o a través de la librería Tirant Lo Blanch. Se lo comenté a Salvador Vives, director de Tirant y, para mi sorpresa, me propuso reeditarlo.
¿Cuáles son algunas de las enseñanzas que adquiriste a raíz de ese voluntariado que te han cambiado la vida?
Básicamente aprendí lo importante que es la solidaridad en nuestra vida y lo feliz que puedes llegar a ser a través de la acción. Cuando das tu tiempo para una causa humana, para un voluntariado, recibes por multiplicado. Aprendí, desde otro punto de vista, que la gran lección de la vida es el amor, un concepto de amor universal. Pude ver con mayor claridad el mundo en que vivimos: Oriente y Occidente, dos extremos con sus distintos valores. Aprendí también la cantidad de buena gente anónima que existe y la importancia de su trabajo como voluntarios. Y que la vida de una comunidad puede cambiar, si hay voluntad para ello. El egoísmo humano y la codicia es la verdadera enfermedad del siglo XXI. Como decía Vicente se trata de transformar la sociedad en humanidad.
Explícanos y pon en contexto algunas frases espirituales que aparecen en el libro como “Ayudar es un privilegio”, “Dios proveerá”, “Si pronuncias la palabra amor, alguien ama y alguien es amado”, por ejemplo.
Ayudar es un privilegio es la primera frase que escuché de Vicente Ferrer y me llamo poderosamente la atención. Significa que tienes la oportunidad de poder hacer algo por alguien porque estás en una mejor posición, y ese poder dar o hacer es un regalo porque te va a proporcionar felicidad.
Respecto a la providencia, Vicente tenía una relación muy especial con ella, hasta el punto de que la providencia está incluida en los Estatutos de la Fundación como socia. Es algo muy curioso. Vicente y Anne creían mucho en la casualidad, suerte, destino, llámalo como quieras y negociaban con las “altas esferas espirituales” para solucionar ciertos problemas complicados.
Respecto al amor, siempre decía que hay que decirles a las personas que amas lo que sientes, expresarlo porque es bueno para quien lo dice y para quien lo recibe. Estaba lleno de frases como estas, que como un koan, tenías que profundizar para obtener un aprendizaje.
¿Qué te llamó especialmente la atención nada más llegar y después de aquel lugar llamado Anantapur, de aquella cultura, de aquellas gentes?
Todo. Nada más llegar tuve la sensación de haberme estrellado con un país entero. Escribí un poema respecto a esto que está incluido en el libro. Bombay me impactó, sobre todo el trayecto del aeropuerto a la ciudad con sus hileras de seres humanos durmiendo en la calle. La pobreza me conmovió profundamente, era una visión que no había visto antes en ningún lugar. Eran cientos, quizá miles de personas sin hogar, al borde de la carretera, unas junto a otras.
De Anantapur me llamó la atención el ir y venir de gente por la calles, entremezclados con animales, vacas sobre todo; los rickshaws cruzando en mitad del caos, el olor a queroseno, la pulcritud de las mujeres luciendo sus saris, los hombres cogidos de la mano por la calle y alejados de las mujeres y los niños; y las cosas más increíbles que hacían las personas para ganarse la vida.
Explícanos algunos conceptos fundamentales que recoges en tu diario como el significado de la palabra “Osho” y “avatar” o “Santhi”.
Comenzaré por Osho. Osho fue un maestro o líder espiritual muy popular en los años 60 y 70. En casi todos los quioscos de la India encontrabas libros de Gandhi y de Osho, pero Osho, su filosofía directa y comprensible sobre las relaciones humanas es todavía más popular que Gandhi, y tiene seguidores y escuelas por todo el mundo.
El término “avatar” no es como lo conocemos ahora como una identidad virtual suplente, sino que desde el punto de vista espiritual un avatar es la manifestación corporal de una deidad, es una palabra sánscrita, avatâra, que significa ‘descenso o encarnación de un dios’.
Y por último “Santhi” o “Shanthi” significa paz, descanso, tranquilidad espiritual o bienaventuranza. Es algo así como: “Que sea lo que Dios quiera”, “confía”.
¿Qué labores solían realizar los voluntarios?
Los voluntarios que conocí y con los que coincidí aquellos tres meses realizaban distintas labores y todas ellas muy necesarias: Álex, era ortopeda y su labor consistía en poner prótesis a los niños o adultos que literalmente reptaban por los suelos. Los ponía de pie. Olga Gómez era la ginecóloga y no solo hacía revisiones a las mujeres, sino que operaba toda clase de enfermedades relacionadas con su especialidad. Noelia organizaba talleres de Yute y estaba implicada en la artesanía que hacían las mujeres, y en sus proyectos de microcréditos. Ramón era el arquitecto y ayudaba a llevar a cabo construcciones sociales. Dolors se ocupaba de la comunicación, y José dirigía un proyecto de plantar huertos. Hubo muchos más voluntarios con muy distintas tareas, pero básicamente ellos fueron, digamos, la plantilla estable el tiempo que estuve allí.
¿Qué hace hoy en día la Fundación Vicente Ferrer? ¿En qué está volcada sobre todo ahora? ¿Cómo puede la gente colaborar con ellos?
La meta principal de la Fundación Vicente Ferrer es acabar con la pobreza y la desigualdad en el estado de Andhra Pradesh. Es un problema integral al que hay que hacerle frente de forma integral. El problema principal es la escasez de agua. Hay que construir embalses para paliar el problema del agua; después viviendas que se suelen poner a nombre de las mujeres para empoderarlas; luego escuelas; clínicas, hospitales y un sinfín de proyectos que llevan haciendo 53 años.
La mejor manera de apoyar a la Fundación es el apadrinamiento porque los proyectos son a largo plazo y esto es lo que da estabilidad financiera para poder llevarlos a cabo. Es emocionante apadrinar a una niña o a un niño y seguir su trayectoria en la escuela.
¿Cómo percibiste la situación de la mujer rural en aquel momento? ¿Qué hace la Fundación para paliar esa situación?
Creo que hombres y mujeres viven universos separados. La mujer dálit de la india rural no tiene voz ni voto, es poco menos que invisible. Fíjate que era considerada estéril hasta que tuviese un hijo varón y si quedaba viuda, no tenía lugar en la sociedad, hasta el punto que existía una cruel tradición por la que una mujer debía ser incinerada junto a su esposo cuando moría. Aún quedan vestigios de este horror en la India rural. La mujer viuda no puede volver a casarse ni volver a la casa paterna. Tuve una alumna que se quedó viuda con 26 años y se intentó suicidar.
La Fundación tenía entre manos un proyecto llamado “De Mujer a Mujer” por el que les donaba un dinero para que pudieran invertirlo en un negocio y disponer de una cartilla de ahorro para ellas y sus hijas. Además, desde los inicios de la Fundación han trabajado insistentemente en escolarizar a las niñas, encontrando una dura oposición por parte de sus familias. En clase había el mismo número de alumnos que de alumnas y todos ellos terminaron trabajando en el departamento de traducción. Aunque eso, sí. Se sentaban por separado: ellos a un lado, ellas a otro.
La situación de la mujer ha mejorado, pero en las ciudades. A la India rural le queda mucho por hacer. La India rural es pasiva.
En este libro, además de un relato humano y esperanzador podemos encontrar algunos poemas. Está claro que Lupe es también una gran poeta y podemos comprobarlo, si leemos por ejemplo tu antología poética Objetos perdidos. ¿Compartirías con nosotros algún poema de dicha antología?
Claro, comparto dos de mis poemas favoritos.
Háblame como lluvia
Háblame como lluvia.
Dime
todas aquellas cosas
que el placer da al oído.
Háblame de lo bello
de lo bueno que existe,
de la luz, de los sueños,
háblame de la vida,
de las cosas del mundo
que merecen vivirla.
Cuéntame alguna historia
que me alegre este día.
Háblame de los ríos
de la playa, del aire
de la risa, del fuego,
de amor o del viento.
Dime
que el ser humano
ha encontrado la paz.
Dime que ha
comprendido
dónde estaba la luz,
y su luz ha encendido.
Dime que han aprendido,
que borraron los mapas,
que mataron al odio
y que han perdido el miedo.
Dime que alguna vez van mirando hacia el
cielo,
que todavía sueñan
con un mundo mejor
y que aman la vida.
Háblame como lluvia.
Todas las utopías reunidas en una:
dime que el amor triunfa,
dímelo muchas veces,
háblame como lluvia…
Aunque sea mentira.
Lo Importante
(a mi madre)
Y tendrás que aprender a ser tú misma:
aceptarte o luchar,
saberte sola.
Del fracaso o la gloria
nos queda la experiencia
y algo más
que un corazón latiente debajo de la ropa.
Y tendrás que aprender a hacerte fuerte,
que no te quiebre nadie,
mantenerte.
De todos los momentos de la vida,
sobrevivir y dar la cara importa.
Amar es lo que importa,
finalmente.
¿Dónde podemos contactar para apadrinar/amadrinar a alguien y dónde podemos adquirir tanto el Diario de una voluntaria (Viaje a Anantapur) como tu antología poética Objetos Perdidos?
Podéis contactar con la Fundación Vicente Ferrer en Valencia, a través de su Delegado Sergio Moratón. Tienen la sede en la Avda. Regne de Valencia, 28.
Respecto a los libros, es fácil: ambos están en Amazon. Si por lo que sea no queréis a través de Amazon, se pueden encontrar los dos en las Librerías de Tirant Lo Blanch (Artes Gráficas) y Objetos perdidos está también en la tienda-librería que tiene el mismo editor, un personaje curioso y romántico: El DR SAX beats & books que se halla en la Calle Quart, 21 de Valencia. (Amazon https://www.amazon.es/Objetos-Perdidos-El-Doctor-Sax/dp/1726258009).
¿En qué está Lupe Bohorques trabajando ahora mismo?
Hace algo más de cinco años que estoy con una novela, va a ser mi primera novela y la voy escribiendo en los veranos y fiestas de guardar. Creo que este verano voy a ponerle el punto final. Ya estoy en la fase de revisión, pero no dejo de revisarla y será hora de ponerle fin. No es sencillo la conciliación entre trabajo, familia y pasión, tú lo sabes también. Pero vamos avanzando. Ya se ha interesado una editorial, aunque quisiera presentarla a premios, ya veremos.