Hasta siempre, querida Carmen Alborch
Ha muerto Carmen Alborch. Era socia de honor de Clásicas y Modernas, pero sobre todo era nuestra amiga, nuestra compañera, ese torrente de alegría y fuerza que siempre estaba presente en todas las iniciativas en pro del feminismo y de la cultura, de hecho su última aparición pública fue justamente el Día de las Escritoras en Valencia. Este pasado 9 de octubre, en su discurso de recepción de la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana afirmaba: “Hasta el último suspiro seguiremos luchando por un mundo mejor”. Un escalofrío nos recorrió a todos cuantos la queríamos, pues sabíamos que no se trataba de una metáfora, sino de un compromiso que renovaba cuando sus fuerzas desfallecían, pero su ánimo permanecía incólume. Llevaba años luchando contra un cáncer que la iba minando, frente al que nunca cedió ni un ápice. Seguía asistiendo a los actos, apoyando reivindicaciones, recibiendo los múltiples reconocimientos, siempre con una sonrisa, entrañable y cercana, aunque tuviera que apoyarse en su bastón, eso sí, un bastón de colores y con un lazo. Porque, a pesar de todo, de su fragilidad creciente, Carmen era una mujer que destacaba por su estilo y elegancia, y por su simpatía arrolladora. Sabíamos que era inteligente, que era hermosa, que tenía un alto sentido de la ética, lo que hemos podido comprobar en estos últimos tiempos es su entereza y coraje. Va a ser muy complicado superar el desgarro de su ausencia.
Se nos ha ido una mujer excepcional. Carmen Alborch era licenciada y doctora en Derecho por la Universitat de València, donde ejerció como profesora y fue decana. Comenzó su andadura política como directora general de Cultura de la Generalitat Valenciana y directora del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM). En 1993, fue nombrada por Felipe González ministra de Cultura, posteriormente ha sido diputada, concejal del Ayuntamiento de Valencia y senadora por el PSOE.
Como escritora, se ha dedicado sobre todo a la reflexión en torno a la problemática que afecta a las mujeres, y así puede apreciarse en los títulos de sus libros: Solas (1999), Malas: rivalidad y complicidad entre mujeres (2002), Libres: Ciudadanas del mundo (2004), La ciudad y la vida (2009) y Los placeres de la edad (2014).
El mundo de la cultura y del feminismo está de luto; nuestro homenaje será continuar la tarea a la que Carmen Alborch dedicó su vida: contribuir a hacer algo mejor el mundo, aunque con su partida resulta hoy un poco más difícil.