María Zambrano, Filósofa de la Generación del 27
Autoras: Amparo Zacarés Pamblanco y Rosa Mascarell-Dauder
Editorial: Antígona, Madrid, 2021
Basta una rápida mirada retrospectiva para constatar la huella que, durante el año pasado, dejaron los homenajes y las publicaciones que se hicieron en memoria de María Zambrano (Vélez-Málaga, 1904 – Madrid 1991). La ocasión para avivar su legado filosófico partió de una fecha clave, el 6 de febrero de 2021, día en el que se cumplían los 30 años de su fallecimiento. Ella que había vivido los últimos estertores de la contienda civil española entre Valencia y Barcelona, que había cruzado la frontera por Francia en 1939 y comenzado así un largo exilio que le llevaría por varios países europeos y americanos, regresó el 20 de noviembre de 1984, al sentir que el interés por su obra y su persona comenzaba a despertarse en su país de origen. Y así fue. El comienzo del reconocimiento que merecía le había llegado ya en 1982 con el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y luego, algo más tarde, con el Premio Cervantes que recibiría en 1989, convirtiéndose en la primera mujer en recibirlo. En realidad, la filósofa mantuvo desde sus inicios su condición de pionera en muchos aspectos. De hecho, fue la única mujer, con credenciales académicas formada en la Universidad Central de Madrid, que llegó en ese exilio selectivo de intelectuales que la Casa de España en México había impulsado a través de su secretario Daniel Cosío Villegas. Fue también la única filósofa de aquel grupo de mujeres, entre artistas y escritoras, vinculadas a los ideales de la República y a las que se les conoce hoy como las Sinsombrero. Y, desde luego, es la única mujer que sobresale dentro del pensamiento español en el exilio, al distanciarse del discurso de quien fue su maestro, José Ortega y Gasset, reivindicando frente a él una corriente filosófica basada en un tipo de razón que ella misma denominó poética y que nace de un saber encarnado en las «entrañas mismas del ser».
Sin embargo, durante mucho tiempo a María Zambrano le precedió su fama de escritora más que de filósofa. Su obra en la que importa tanto lo que dice como cómo lo dice, la alejó de todo academicismo filosófico. En este contexto, el libro, titulado María Zambrano, filósofa de la Generación del 27, quiere destacar su relevancia como pensadora en la historia de la filosofía contemporánea. Las autoras, conjugando la imagen pictórica y la voz poética con el ensayo, reclaman el carácter filosófico de su pensamiento a través de seis palabras clave : método, naufragio, deliro, memoria, luz y poesía. Términos que ilustran y explican cómo, dentro de un discurso antropológico, la filósofa se centró en la aparición del logos en la historia de la humanidad y en la existencia de un tipo de razón que existe en la poesía y que no puede descartarse si se quiere afrontar de forma integral y completa al ser humano. De hecho, su prolífica obra gira en torno a esa otra forma de pensar que no es ni teoría ni sistema y que pasa por sentir que la imaginación, la ensoñación, la sensibilidad y la memoria ofrecen un saber experiencial que no hay que desestimar ni minimizar. Ella apostaba por otro tipo de razón que fuera capaz de afrontar el padecer humano e insistía en que que esa otra forma de saber y de pensar, en imágenes y metáforas, era necesaria puesto que en la vida humana no todo puede abordarse desde una razón teórica, fría y calculadora. Es más, sostenía que pensar no es solo una ocupación de la mente, sino también un ejercicio ético y estético que afecta a la vida en su totalidad. Algo que por sí mismo ya es toda una invitación a leer este libro que la destaca como filósofa comprometida con su época y cuyo pensamiento no ha perdido un ápice de actualidad.
Por otra parte, en este recordatorio de la filósofa que se desarrolló durante el año pasado, no faltó el que le brindó la Asociación Clásicas y Modernas al programar un ciclo de tres sesiones en las que se vio resaltada la influencia zambraniana en la pintura así como en la poesía contemporánea y en las artes escénicas. En suma, durante el 2021, las palabras de María Zambrano tuvieron eco y presencia. Su recomendación a activar aquella imaginación creadora que nos convirtió en humanos fue rememorada y puesta en valor para intentar recomponer la vida en común y la dignidad de las personas. Su crítica a una razón operante e instrumental que nos ha conducido a situaciones infernales y deshumanizadas, es en esencia una forma de guiarnos para que evitemos la deriva y construyamos un mundo más justo y humano. Es indiscutible que hoy en día, en los inicios de un nuevo año y sin necesidad de recurrir a ninguna efemérides, su reivindicación de una razón poética que nos asista mantiene su total vigencia y, por eso mismo, no tendrían que caer en tierra baldía «ciertas grandes privilegiadas metáforas, como la de la luz, como la del corazón, como la del fuego» que permanecen «ricas de significaciones, inagotables de sentido». Metáforas con las que, al fin y al cabo, podríamos mirar con esperanza al horizonte y afrontar sus desafíos .