Maternidad, igualdad y fraternidad
Uno de los primeros libros feministas que leí decía algo que se me quedó grabado: hasta el siglo XX, las mujeres tenían muchos hijos y morían jóvenes (a menudo de parto); hoy, en cambio, viven ochenta años y tienen solo dos hijos. La maternidad, concluía su autora, Evelyne Sullerot, ya no es un obstáculo para que las mujeres modernas desarrollen una vida activa.
La postura de Sullerot resume la actitud de lo que Patricia Merino llama “el feminismo clásico” en lo tocante a la maternidad: la ve como un obstáculo, algo a lo que habría que quitar importancia, desde todos los puntos de vista, para que las mujeres nos podamos dedicar a lo realmente interesante: la vida profesional y pública.
Merino quiere hacer justamente lo contrario: situar la maternidad en el centro del debate. Plantear preguntas fundamentales, como por ejemplo: ¿por qué el Estado (y las empresas, los sindicatos, los partidos…) no remuneran a la ciudadana cuidadora, ni la protegen, ni se interesan por ella, como sí hacen en cambio con el ciudadano trabajador? De hecho el libro parte de lo que constató Patricia Merino al participar en el 15-M: que “en cuanto el personal escuchaba las palabras niños, madres, crianza, pobreza, el desinterés se pintaba en sus caras”. Otra pregunta: ¿deben externalizarse los cuidados?, y en tal caso: ¿por qué medio, hasta qué punto, para ponerlos en qué manos…? ¿Es correcto basar el concepto de familia en la pareja, como hacemos ahora, o sería más justo y realista considerar la unidad madre-hijas/os como su núcleo? ¿Es posible una paternidad igualitaria? ¿Y en qué consiste: es (sería, debe ser) idéntica a la maternidad? ¿Por qué la maternidad se ve como un instinto, un automatismo, en vez de como un deseo, un proyecto? ¿El espejismo de igualdad no está teniendo efectos perversos para las mujeres, y en particular para las madres? ¿La “crianza con apego” es liberadora o constituye una nueva “mística (alienante) de la feminidad”?…
Aunque a Maternidad, igualdad y fraternidad se le pueden reprochar algunas cosas (como que hable del “feminismo clásico” sin dar nombres ni entrar a debatir argumentos concretos; o un cierto punto ingenuo y maniqueo, como cuando enfrenta una “maternidad extrañada” a otra “entrañada” que sería capaz de “producir seres no carenciados”), constituye un ensayo denso, inteligente, bien documentado y estructurado, y a menudo provocador. Un ensayo, sobre todo, que pone el dedo en la llaga de un tema (¿hace falta decirlo?) fundamental, y sin embargo, casi unánimemente escamoteado.
Quizá el clamoroso silencio con que ha sido recibido un libro en mi opinión tan importante como Maternidad, igualdad y fraternidad sea la mejor prueba de hasta qué punto es un libro necesario.
MATERNIDAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD, de Patricia Merino
Ed. Clave intelectual
Madrid, 2017
471 páginas